sábado, abril 18, 2009

¡CRISis! ¡Principio del cambio!

¡Se acabó! Estoy harta, harta de oír explicaciones, de intentar comprender un sistema que nadie comprende, de intentar adaptarme a esta cosmovisión dominante que nos hace infelices. ¡Se acabó!

No quiero volver a mencionar la palabra empresa, si no es para acabar con ella. No quiero volver a hablar de finanzas, de banca, de gestión o de productividad. Hace años que estoy en total desacuerdo con este sistema que nos esclaviza y nos educa para ello.

¿Recordáis Matrix? Cada vez más a menudo, me siento como una pila que alimenta el sistema. Si todo el mundo tomase la píldora adecuada, cambiaríamos nuestro planeta, dejaríamos de alimentar a las máquinas y al sistema perverso capitalista al que contribuímos con nuestra pequeña dosis de energía "pilera". Somos parte del engranaje y quien diga que no, miente.

¡Basta de hipocresía! ¡Basta de buenas palabras! ¡Basta de convencer! ¡¿A quién debemos convencer, si todas las personas que conformamos esta sociedad hegemónica vivimos asqueadas para disfrutar de unas míseras vacaciones de un mes en el campo o en la naturaleza?!

He sido ingenua. Durante mucho tiempo pensé que debía hablar en el mismo lenguaje de las empresas para que entendieran que lo mejor era cambiar, solidarizarse, contribuir a la mejora de la calidad de vida de la sociedad. ¡Basta! ¡He dicho basta! ¡Basta de Responsabilidad Social Corporativa! ¿RSC? No llega ni a la categoría de oxímoron, el problema es que las empresas no pueden hablar otro idioma que no sea el suyo, no pueden entender nada que no sea crecimiento y productividad. ¡Baaaastaaaa! Un crecimiento y una productividad ¿para qué? ¿Para tener más tiempo libre? ¿Más dinero? ¿Para qué? Adjunto un enlace de un cuento para recordar para qué sirve la productividad.

Ya no confío en que las empresas puedan ser "responsables", ya no confío en el protocolo de Kyoto, ya no confío en nada que no sea el cambio rotundo hacia la localización. Así que desde hoy, este blog ya no se llama "sostenibilidadyrsc". ¡Qué vergüenza me da ahora haber confiado en esto! Desde hoy se llama Insoportablementesostenible. ¡Así soy yo! Con todas las incoherencias a las que me somete el sistema, pero con todo mi rechazo y mi energía para cambiarlo. Quizá debería dejar de escribir y dejar de emitir CO2 con el consumo de energía de este ordenador. Quizá debería regalar mi coche, esa máquina que contribuye a un modelo de transporte individualista, generadora de emisiones de CO2 y consumidora de infrastructuras faraónicas que modifican de forma terrible nuestro querido paisaje. Pero todavía, no. Todavía no quiero hacerlo, todavía pertenezco a este sistema dominante. Veremos cuanto tiempo perdura.

Se acabó el taranná dialogador con monstruos sin personalidad, las personas jurídicas son un invento de camuflaje de la no responsabilidad. Se acabó aproximarme a las empresas. Se acabó la intermediación y el diálogo con no-personas. Ahora sólo quiero formar una nueva comunidad dialogante, responsable y comprometida que cree un nuevo sistema resiliente y autoorganizado.

¡A por el cambio!

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