lunes, septiembre 19, 2011

Quien esté libre de culpa que lance la primera piedra

En el sí de muchas de las movilizaciones actuales se da una denuncia común que apunta con el dedo hacia arriba. Parece que ante las injusticias sociales que siempre han afectado a sectores minoritarios de la población - acceso desigual a los servicios sociales, por ejemplo - y que ahora se están extendiendo, la población reacciona, necesita culpables que se hagan cargo de sus problemas.

Pero los problemas no se resuelven sólo señalando, se necesitan cambios individuales y colectivos para transformar una organización que se está desintegrando.

La denuncia es necesaria para visualizar la corrupción o el mal funcionamiento de las cosas. Es necesario erradicar las malas prácticas y el abuso de la clase política y de las grandes empresas.

Aunque no podemos olvidar que esas malas prácticas y esos abusos son los más grandes, los más difíciles de tapar, seguramente debido a su magnitud. Pero, ¿quien no ha pagado o emitido alguna vez una factura sin IVA? ¿quien no ha cobrado dinero que no ha cotizado? ¿quien no ha agotado el tiempo de prestación por desempleo como unas largas vacaciones? ¿quien renuncia a los días de asuntos propios porque realmente no le hacen falta?  
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Después de estas preguntas, pueden venirnos a la mente un sinfín de excusas de toda índole y no quiero discutir acerca de las necesidades de cada persona ni acerca de la gravedad de la corrupción de casos particulares. Estoy generalizando y como toda generalización, me olvido de muchas particularidades.


Pese a todas las excepciones de multitud de situaciones singulares y discutibles, aquí no se salva ni un alma. Toda la población es culpable de no contribuir al bien común que ahora reivindicamos. Cada un@ de nosotr@s hemos contribuido a tener la situación que tenemos.

Ahondemos un poco. ¿Quien no ha comprado jamás en una gran superficie? Sabemos que las grandes superficies van de la mano de la minimización de costes de personal, necesitan grandes infraestructuras que destrozan el territorio y además promueven agricultura, ganadería y pesca intensiva. Esto concentra el control del mercado en manos de unas pocas grandes corporaciones. Todo el mundo sabe eso. ¿Alguien ha pensado que comprar en las tiendas de proximidad puede ser más caro porque se necesita más mano de obra y promovemos la creación de puestos de trabajo? ¿Alguien ha pensado que comprar patatas de huerta extensiva y local es más caro porque no se puede trabajar por menos dinero? ¿Alguien escucha al sector ganadero, agrícola o pesquero cuando se ve obligado a cerrar su actividad?

Pues bien, todas esas personas que se quedaron sin empleo, dejaron de contribuir a ese fondo común que mantenía nuestras prestaciones sociedades y nuestro pseudoestado del bienestar. ¿Quien es inocente? ¿Quien no ha comprado alguna vez en alguna de las tiendas de Inditex? ¿Quien no ha dicho: es que yo no puedo hacer nada para parar todo esto y ha seguido pagando alquileres abusivos haciendo horas extras? Todo ese avance en la producción se ha convertido en excedente y las empresas están al servicio del capital, no de las personas.

Miremos al pasado, no hace falta mirar mucho hacia atrás para saber qué consumimos, no hace falta mirar hacia atrás para saber con qué ropa nos vestimos o qué comemos. ¿Quien es capaz de culpar a alguien sin tener ningún remordimiento de conciencia?

Debemos denunciar la corrupción, visualizarla y condenarla. Pero después de eso ¿qué? ¿Somos capaces de renunciar a todo el mecanismo que hemos fomentado? ¿Somos capaces de renunciar al consumo atroz y volver a la autoproducción? ¿Somos capaces de volver a trabajar en el campo y reducir las horas destinadas al consumo desenfrenado de viajes, fines de semana o cualquier actividad de ocio? ¿Somos capaces de reducir nuestro ritmo de vida frenético para acomodarnos al ritmo de los ciclos naturales y vivir al ritmo que marca la naturaleza para reducir de forma drástica el consumo de energía, materias primas y demás bienes naturales?

Existen propuestas. Hace años que existen, hace años que aristócratas - el concepto platónico de filósof@s, buscadores de la verdad y de un claro sistema ético - publican o viven sus ideas. Os pido que dejéis de lado las etiquetas, que abráis vuestras mentes y leáis todo tipo de escritos para inspiraros. Os daréis cuenta que existen numerosas opciones y alternativas. Lo que debemos quebrar es la concentración de poder en manos de quien sea para llevar a cabo nuestros sueños y eso también es posible, sólo tenemos que imaginarlo, ponerlo en común e iniciar nuestro proyecto.

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