miércoles, agosto 29, 2012

Mensaje a la humanidad

Lo siento, pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio. No quiero gobernar ni conquistar a nadie, sino ayudar a todxs si eso fuese posible: judíxs y gentiles, blancxs o negrxs.

Tenemos que ayudarnos unxs a otrxs. Los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a lxs demás, no hacerlos desgraciadxs. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todxs. La Buena Tierra es rica y puede alimentar a todos los seres.

El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado a la miseria y las matanzas.
Continúa

Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotrxs. El maquinismo que crea abundancia nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicxs. Nuestra inteligencia durxs y secxs. Pensamos demasiado y sentimos muy poco.

Más que máquinas, necesitamos humanidad; más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo.

Los aviones y la radio nos hace sentir cercanxs. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todxs nosotrxs.

Ahora mismo mi voz llega a millones de seres de todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niñxs víctimas de un sistema que hace torturar a las personas y encarcelar a gentes inocentes.

A quienes puedan oírme les digo: no desesperéis, la desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de personas que temen seguir el camino del progreso humano. El odio de la humanidad pasará y caerán las dictaduras y el poder que le quitaron al pueblo se le reintegrará al pueblo y así mientras el ser humano exista, la libertad no perecerá.

¡Soldadxs no os rindáis a esas personas que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué pensar, qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como ganado y como carne de cañón! ¡No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres, máquinas, con corazones y cerebros de máquinas! ¡Vosotrxs no sois máquinas, no sois ganado, sois personas! Lleváis el amor de la humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo lxs que no aman, odian; lxs que no aman y lxs inhumanxs. ¡Soldadxs! No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad.

En el capítulo diecisiete de San Lucas se lee el reino de Dios está dentro de la persona, no de una personas ni de un grupo de personas, sino de todas las personas, en vosotrxs, vosotrxs, el pueblo, tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad. Vosotrxs, el pueblo, tenéis el poder de hacer esta vida libre y hermosa, convertirla en una maravillosa aventura.

En nombre de la democracia utilicemos ese poder actuando todxs unidxs. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a las personas trabajo y dé a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Con la promesa de esas cosas las fieras alcanzaron el poder. Pero mintieron, no cumplieron sus promesas ni nunca las cumplirán. Lxs dictadorxs son libres sólo ellxs, pero esclavizan al pueblo.

Luchemos nosotrxs ahora para hacer realidad lo prometido. Todxs a luchar para libertar el mundo. Todxs para derribar barrerras nacionales, eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, donde el progreso nos conduzca a todxs a la felicidad.

¡Soldadxs! En nombre de la democracia, tenemos que unirnos todxs.

1 comentario:

José María Arroyo Bermúdez dijo...

Yo lo llamo el mensaje que cayó en saco roto. La historia se repite, sobre todo en su parte enferma.