jueves, abril 17, 2014

La eco-eficiencia del cerezo

En Cradle to Cradle de Braungart and McDonough

Consideremos el caso del cerezo: miles de flores se transforman en frutos para pájaros, humanos y otros
animales, para que el hueso pueda, eventualmente, caer al suelo, germinar, y crecer. ¿Quién, contemplando el suelo cubierto de pétalos de cerezo, no exclamaría, quejumbroso: "¡Cuánta ineficiencia y desperdicio!"? El árbol hace numerosas flores y frutos sin agotar su entorno. Una vez caídos sobre la tierra, sus materiales se descomponen y se rompen en nutrientes que alimentan a microorganismos, insectos, plantas, animales, y al propio suelo. Aunque es verdad que el árbol fabrica su 'producto' en número mayor de lo que necesita para su propio éxito en un ecosistema, esta abundancia ha evolucionado (a lo largo de millones de años de prueba y error o, en términos de empresa, de I+D) para servir a numerosos y variados fines. De hecho, la fecundidad del árbol alimenta prácticamente a todo lo que tiene alrededor.

¿Cómo sería el mundo construido por los humanos si lo hubiera producido un cerezo? 
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(...)
 Si la naturaleza se hubiese adherido al modelo humano de la eficiencia, habría menos flores en el cerezo, y menor cantidad de nutrientes. Habría menos árboles, menos oxígeno, y menos agua pura. Habría menos pájaros cantores. Habría menos diversidd, menos creatividad y menos disfrute. (...) Lo maravilloso de los sistema efectivos es que uno quiere que haya más de ellos, no menos.

(...)
Según va creciendo un cerezo, persigue su abundancia regenerativa. Pero no es éste un proceso con un solo objetivo. De hecho, el crecimiento del árbol desencadena múltiples efectos positivos. Provee de alimento a animales, insectos y microorganismos. Enriquece el ecosistema, secuestrando dióxido de carbono, produciendo oxígeno, limpiando el aire y el agua, y creando y estabilizando la tierra. Entre sus raíces y sus ramas, y en sus hojas, aloja a una variedad de flora y fauna que depende de él, y la una de la otra, para dar soporte a las funciones y flujos que hacen posible la vida. Y, cuando el árbol muere, vuelve a la tierra, liberando, al descomponerse, minerales que permitirán un saludable crecimiento nuevo en el mismo lugar.

El árbol no es una entidad aislada separada de los sistemas que tiene alrededor: está inextricable y productivamente ligado a ellos.

(...) Además el marco normativo puede considerar el cerezo como un riesgo. Los transeúntes pueden resbalar con los frutos y las flores. Los frutales con frutos colgantes pueden incitar a los niños a trepar a ellos -una responsabilidad, en caso de que algún niñx caiga y resulte heridx. Para lxs legisladorxs, un cerezo no es suficientemente eficiente: es caprichoso, creativo, impredecible. No puede ser controlado, ni es fácil prever su crecimiento y floración. El sistema no está diseñado para incorporar un elemento de esa especie.

5 comentarios:

José María Arroyo Bermúdez dijo...

En nuestro caso deberíamos hablar de la "eco-deficiencia del cerebro" ¿Imaginas a un cerezo egoísta y avaricioso? Esas, entre otras muchas actitudes, son las que nos pierden, por eso nunca florecemos.

Cris Pérez dijo...

eco-Deficiencia del cerebro...

puede ser una buena entrada para un post en el otro lado...

¿te pitaban los oídos ayer?

José María Arroyo Bermúdez dijo...

Pues a decir verdad si.

Cris Pérez dijo...

¿sí? ¿te pitaban los oídos?

José María Arroyo Bermúdez dijo...

...alguien debía estar poniéndome a parir, o quizá sean secuelas del buceo :)