martes, abril 19, 2016

Feminicio en el Congo a cambio de coltán para los dispositivos electrónicos

El pasado miércoles 13 de abril asistí a una charla de Caddy Adzuba invitada a Andorra para hablar sobre Derechos Humanos y libertad de expresión. 

Las mujeres africanas suelen tener un discurso feroz. Admiro la paz que parece imperturbable describiendo atrocidades que a cualquier "occidental" volvería loco. Ellas en cambio ilustran con sus palabras imágenes horribles, genocidios, violaciones y toda variedad de salvajadas desde una paz que conmueve.

Adzuba describió cómo las mujeres del Congo mantienen a la población gracias a la economía informal: agricultura, cuidados, educación, etc.; mientras la economía en manos extranjeras es fuente de conflicto y violencia para lucro de unos pocos y para que en el resto de mundo tengamos coltán (columbita y tantalio) para nuestros dispositivos electrónicos.

Niños y hombres conforman grupos armados rebeldes o trabajan en la administración pública para ocuparse de... no recuerdo como lo dijo, pero algo así como de hacer y deshacer los entuertos de una guerra civil, alejados de la realidad que viven las mujeres y alejados de las barbaries y miserias que padece la población cada día.

La mujeres por tanto controlan la economía informal y ante la pérdida de poder, los grupos armados llevan torturando y asesinando mujeres y niñas desde hace más de 20 años. Adzuba habló de feminicidio y hasta que no explicó de qué se trataba, no entendí la magnitud de nuestra desgracia por compartir el nombre "humano" con monstruos que no sé cómo nombrar. Estos rebeldes arrasan poblados, violan a las mujeres y les arrancan el aparato reproductor y/o los intestinos para insertarlos en palos a lado de sus víctimas y muchas veces así quedan moribundas, esperando morir.


Adzuba explicó que después de caminar diez días con otras tres compañeras desde una ciudad hacia un pueblo que encontraron arrasado. Entraron en las viviendas buscando supervivientes. Dentro de una de ellas, una mujer estaba viva. Extendida en el suelo y tapada con un trapo por encima de su cuerpo no se movía. El olor era nauseabundo. La destaparon y vieron que estaba en estado de descomposición, tenía los intestinos fuera de su cuerpo. La mujer seguía aguantando. Adzuba le preguntó porqué se resistía a morir y la mujer le respondió que tenía ocho hijos y que tenía miedo de que no sobrevivieran. Encontraron muchas más en el pueblo, así que Adzuba y sus compañeras decidieron dividirse, dos partirían a buscar auxilio médico a la ciudad (diez días de camino de ida y diez más de vuelta, las carreteras están destrozadas). Cuando regresaron, los rebeldes habían matado también a sus compañeras.

También explicó los casos de mujeres raptadas con sus hijos. Las raptan y las retienen sin ver a sus hijos, las violan y las mantienen con vida, las alimentan. Pasados unos días, las liberan y les entregan los cráneos de sus hijos a quienes han matado y cocinado para darle de comer. Adzuba denuncia este crimen organizado, este ataque planificado contra las mujeres.

Actualmente los conflictos armados han perdido intensidad, así que no son necesarias esas generaciones de niños que han crecido como guerreros sanguinarios. Esas generaciones de niños que formaban parte de los grupos armados, ahora viven en las ciudades, y repiten lo que han aprendido. Raptan a niñas de entre 0 a 5 años para destrozarles los genitales y exhibir lo extraído insertado en un palo. Esas niñas al recibir atención sanitaria les vacían todo, las cosen y les dejan un orificio por donde puedan evacuar la orina.

Muchas mujeres han sido violadas y ni se atreven, por vergüenza, a explicarlo jamás. La madre de Caddy Adzuba fue una de esas mujeres violadas, que no se atrevió a explicarle nada a su hija hasta días antes de su muerte.

Este es el precio no visible de nuestros dispositivos electrónicos. Esto es parte de lo que se esconde detrás de la publicidad de responsabilidad social corporativa y de respeto ambiental de algunos fabricantes de móviles, tabletas y demás dispositivos electrónicos. La trazabilidad que utilizan para minizar costes seguro que les conduce a la corrupción que origina la obtención de los minerales del coltán de los cuales el Congo dispone las reservas más grandes del mundo. 

No voy a escribir más sobre el coltán. Hay información por la red. En cambio, no hay mucha (o no he sabido encontrarla) sobre el feminicidio que se está perpetrando en el Congo. 

Caddy Adzuba pidió que difundiéramos e hiciéramos visible las barbaries ante las cuales Europa no actúa, Europa denuncia el genocidio en Ruanda, pero en cambio no persigue a quienes dirigieron el genocidio ruandés, Ahora los mismos, lo dirigen en el Congo, dijo Adzuba.

Cuando las mujeres africanas explican los horrores que padecen o han padecido parece increíble que los puedan relatar desde la paz. Los relatos de esos horrores desde esa paz, convierten el discurso de las mujeres africanas en un discurso feroz que como mínimo te pone los pelos de punta.

Sangre en el Móvil (subtitulado)


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