“De la servidumbre moderna” de Jean-François Brient es una película de denuncia del totalitarismo moderno, también conocido como democracia liberal. Está estructurada en bloques temáticos que abarcan nuestras vidas.
Cito aquí algunas partes que considero interesantes:
43’20”
Omnipresencia de la ideología.
Culto al dinero.
Monopolio de la apariencia.
Partido único disfrazado de pluralismo parlamentario.
Ausencia de una oposición visible.
Represión en todas sus formas.
Programa de transformación del hombre y del mundo.
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42’10”
El sistema dominante se define entonces por la omnipresencia de su ideología mercantil.
Ocupa a su vez todos los espacios y todos los sectores de la vida.
No profesa más que la necesidad de producir, vender, consumir, acumular.
Ha reducido todas las relaciones humanas a unas parcas relaciones mercantiles.
Considera que nuestro planeta es una simple mercancía.
La función que nos asigna es el trabajo servil.
El único derecho que reconoce es el derecho a la propiedad privada.
Al único dios que rinde culto es al dinero.
El monopolio y la apariencia son totales. Sólo aparecen los hombres y los discursos favorables a la ideología dominante.
La crítica de este mundo se ahoga en el discurso mediático que determina lo que está bien y lo que está mal, lo que se puede y lo que no se puede ver.
18'00"
"Para entrar en la ronda del consumo frenético, hay que tener dinero y para tenerlo, hay que trabajar. Es decir, venderse. El sistema dominante ha hecho del trabajo su principal valor y los esclavos deben trabajar cada vez más para pagar a crédito su vida miserable.
Se agotan en el Trabajo. Pierden en él la mayor parte de su fuerza vital y tienen que suportar las mayores humillaciones.
(...) La invención del desempleo moderno tiene como propósito asustarlos y hacerles agradecer sin cesar la generosidad del poder.
(...) Cada gesto de los esclavos está calculado para aumentar la productividad. (…) El tiempo pagado no se recupera jamás."
21’00”
“El esclavo moderno no conforme con su servidumbre en el trabajo sigue desperdiciando su tiempo en las actividades de esparcimiento y de vacaciones planificadas.”
36'45
"El control de las conciencias es el resultado de la utilización viciada del lenguaje por la clase económica y socialmente dominante. (...) Las palabras son presentadas como si fueran neutras y su definición como evidente. Controladas por el poder, designan siempre una cosa muy distinta a la real.
(...) El lenguaje es el punto esencial de la lucha por la emancipación humana. No es una forma de dominación que se añada a otra, sino que es el centro mismo de sometimiento del sistema totalitario mercantil. Es a través de la reapropiación del lenguaje y por tanto de la comunicación real entre las personas que surge de nuevo la posibilidad de un cambio radical"
41'28"
"No hay que conquistar el poder. Hay que destruirlo. Es tiránico por naturaleza. (...) La única diferencia en el caso de la democracia parlamentaria es que los esclavos tienen la ilusión de elegir ellos mismos al amo que deberán servir. El voto los ha hecho cómplices de la tiranía que los oprime. "
44’39”
A medida que la opresión se expande por todos los sectores de la vida, la rebelión toma el aspecto de una guerra social. Los motines renacen y anuncian que la revolución está por llegar.
La destrucción de la sociedad mercantil totalitaria no es un asunto de opinión, es una necesidad absoluta en un mundo que se sabe condenado. Ya que el poder está en todas partes, es por todas partes y por todo el tiempo que hay que combatirlo.
La reinvención del lenguaje, el trastorno permanente de la vida cotidiana, la desobediencia y la resistencia son las palabras claves de la rebelión contra el orden establecido. Pero para que de esta rebelión surja una revolución hay que encaminar las subjetividades a un frente común.
Es en la unidad de todas las fuerzas revolucionarias que hay que obrar. Esta no se puede conseguir más que siendo conscientes de nuestros fracasos pasados: ni el reformismo estéril ni la burocracia totalitaria pueden ser una solución para nuestra inconformidad. Se trata de inventar nuevas formas de organización y de lucha.
La autogestión en las empresas y la democracia directa a escala comunal constituyen las bases de esta nueva organización que debe ser anti-jerárquica, tanto en la forma como en el contenido.
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