domingo, noviembre 20, 2011

Aprender a mirar la salud. ¿Cómo la desigualdad social daña nuestra salud?

Joan Benach y Carles Muntaner

(p. 23)
La salud no la elige quien quiere sino quien puede.

(p. 26)
Todos morimos solos, la muerte, como la vida, por bien acompañados que estemos, es única y solitaria

(p. 95)
El desarrollo de la “teoría del germen” a finales del siglo XIX fue tan útil e importante, que durante muchas décadas se creyó en el espejismo que se había hallado la “causa” de la enfermedad, y por tanto que ya se tenía el conocimiento adecuado sobre las causas de las enfermedades. El énfasis en los gérmenes que causan enfermedades infecciosas fue durante décadas el paradigma dominante y casi único.
Continúa

(p. 127)
Se calcula que el 90% de la inversión en investigación se dedica a investigar la patología del 10% de la población mundial que goza del más elevado nivel socio-económico. Las enfermedades de los pobres no son rentables.

(p. 129)
Virchow, uno de los fundadores de la salud pública, señaló con claridad la falta de acción política del gobierno para solucionar los problemas de salud que detectó en la Alta Silesia. La “medicina” que recomendó fue tajante: “democracia plena e ilimitada"

(p. 133)
Con sólo 40.000 millones de dólares, menos del 4% de la riqueza conjunta de las 225 personas más ricas del mundo, podría obtenerse
alimentación, agua potable, educación, y atención sanitaria básica para todos. ¿Cuánto cuesta la prevención, tratamiento e investigación del sida en África? Según Jeffrey Sachs, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, alrededor de 5.400 millones de euros anuales. Con un coste tan modesto es difícil imaginar que el mundo no actúe ante el exterminio silencioso de todo un continente.

(p. 133)
Según la definición del X Congrés de Metges i Biòlegs en LLengua Catalana de Perpinyà (1976) inspirada por Jordi Gol la salud sería “aquella manera de vivir que es autónoma, solidaria y gozosa”. Es una definición crítica con el concepto de “estado” ya que la vida sería proceso, manera de vivir, una “cualidad de la vida”. La salud es autónoma, cuando existen los necesarios recursos, educación, etc., el mínimo de limitaciones y la máxima libertad. Es solidaria, se produce socialmente, no es concebible vivir sanamente en forma aislada. Somos dependientes de los demás. Finalmente, para Gol la salud es gozosa. Eso quiere decir tener un profundo sentimiento de satisfacción personal. Gol propone hablar de “bien ser” como contraposición crítica a la noción de “bienestar”. “El bienestar social a veces significa sobre todo infantilismo, insensibilidad, dependencia, falta de crítica y de responsabilidad”. Para Gol “hay sanos enfermos y enfermos sanos”, se puede ser sanamente enfermo e insanamente no enfermo. En definitiva, salud es la plenitud de la realización de cada cual, en circunstancias favorables o adversas. En: Gol J. Els grans temes d’un pensament i d’una vida. Barcelona: La Llar del Llibre,1986:60-62.

(p. 134)
Aunque no sea posible eliminar completamente las desigualdades, sí podemos, en gran medida, reducirlas. Para ello, para avanzar en esa dirección, de entrada hay que andar tres pasos. El primero es negarse a aceptar que las cosas son como son, como nos dicen que son, o como ‘necesariamente’ han de ser. Hay, puede haber, sociedades más justas, más solidarias, menos desiguales. El segundo paso es, hacer visible al mayor número de ciudadanos y ciudadanas los problemas morales derivados de la producción de enfermedad y mala salud entre los más desfavorecidos. El tercero es adquirir un mayor compromiso ético-político, individual y colectivo, para reducir las desigualdades en salud.

(p. 136)
En un tiempo de inmoralidad y barbarie donde el pragmatismo todo lo invade, la codicia es omnipresente, se idolatra al dinero, se manipula la información, se falsea la historia y donde casi todo se maquilla, es preciso preservar el sentido del horror y de la realidad y comprometerse con el derecho a la protección y promoción de la salud que deben tener todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo.

(...) La investigación no cambia la realidad pero puede mostrar caminos, sacar a la luz la realidad, señalar donde fijar nuestra atención,
ayudar establecer las elecciones sociales. Tener buen conocimiento es un requisito necesario para la acción.

(p. 115)
Conocer no quiere decir saber qué hacer. La investigación no previene la enfermedad ni reduce las desigualdades. Mostrar las desigualdades en salud, señalar cuales tienen mayor magnitud o cuáles tienden a crecer son condiciones necesarias pero no suficientes para reducir las desigualdades.

(p. 116)
El conocimiento científico puede ayudar a revelar las desigualdades en salud pero sólo la acción social puede reducirlas.

(p. 117)
Diagnosticar la realidad y no actuar no es ética ni políticamente aceptable. Además de hablar, estudiar o planificar, necesitamos actuar,
evaluar y rendir cuentas a la sociedad.

Para actuar, la política importa más que la técnica. (...) Toda decisión política se basa inevitablemente en valores y en suposiciones
tácitas sobre la naturaleza humana y la sociedad. No se trata de una cuestión “técnica”. Si al elegir una política en lugar de otra nadie empeorase, las políticas serían esencialmente algo “técnico”.

(p. 120)
La experimentación y la institucionalización de esa democracia participativa tiene su origen sobre todo en el ámbito local, en las ciudades y los barrios donde vive y trabaja la mayoría de la población, y donde es posible convocarla para deliberar y decidir en común. (...) Esa democracia más completa trata de fomentar la descentralización del poder en la toma de decisiones, promover la participación popular en la gestión y ejecución de los proyectos y recuperar el control del poder por parte de las ciudadanas y los ciudadanos. Una democracia así no se regala.

(...) la salud es el resultado de la acumulación de efectos producidos por las condiciones sociales sobre los pueblos, sobre el curso de nuestras vidas.

(...) sabemos que para reducir las desigualdades en salud necesitamos, sobre todo, reducir las desigualdades en la riqueza mediante políticas fiscales progresivas y con políticas sociales que reduzcan el desempleo, la precariedad laboral y la marginación y que incrementen el acceso y la calidad de la educación, la vivienda y los servicios sanitarios entre quienes más lo necesitan.

(p. 152)
Recordar como son las cosas. No olvidar como las cosas pueden ser. Unirse a la entrega ajena. Resistir. Resistir en un mundo con palabras gastadas para definir la barbarie. Aprovechar los resquicios, abrir fisuras.

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