Cuentan que llegó una extranjera occidental hasta un pequeño puesto que una indígena tenía al lado de la carretera, donde vendía pequeñas artesanías apenas expuestas en una manta. El hombre le preguntó por el precio de algunos objetos. Viendo lo económicos que le resultaban se ofreció a comprarle toda la mercancía, a lo que la indígena le respondió:
-Y mañana, ¿qué vendo yo, señor?
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