Hace días que vengo pensando en la función básica que deberían ejercer quienes dirigen un país. Mi conclusión final es que hoy en día necesitamos a alguien que concilie intereses y resuelva conflictos.
La población, en términos generales, está más preparada y tiene a su disposición medios para encontrar la información que necesita. Ya no se necesita sólo a una persona que tenga una gran experiencia profesional y una formación excepcional; existen muchas personas con esas características, muchas no consiguen involucrarse con ningún partido político porque no tienen los contactos adecuados o porque no se sienten identificados con determinadas ideologías o porque no tienen el poder adquisitivo para dedicarse a la carrera política.
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Estoy exponiendo muchas ideas entremezcladas que necesitan aclaración, lo sé. Pero lo que quiero decir hoy es que estoy cansada de las peleas políticas, mientras la gente en la calle lo pasa mal, esperando que se produzca una conciliación entre quienes pueden dirigir para poner solución a sus problemas. Da igual la etiqueta que lleve Juan, Pepito, María, Gertrudis, Jordi, Uxía o Aroa; cada momento y cada situación requiere actuaciones que podrían catalogarse de izquierdas, derechas, comunista, liberal o anarquista.
Este escrito no es un manifiesto que defienda la ideología de un partido u otro, pero sí me ha parecido intuir un cierto acercamiento para conocer las propuestas de otras ideologías en partidos pequeños. He leído el análisis que partidos menos mediáticos han realizado de las propuestas de partidos más mediáticos; he leído el acercamiento y el intento de conciliación que no se percibe entre quienes están, por ahora, al mando.
Las rivalidades aparentes entre los partidos, por ahora, dominantes no aprovechan las potencialidades que podrían surgir de un trabajo conjunto. No me considero demasiado afín a los partidos que se atrincheran en la base ideológica del liberalismo, pero estoy convencida que sus años de experiencia junto con las ideas surgidas de otras ideologías en gobiernos de conciliación real ayudarían a una recuperación de la confianza de la ciudadanía en la política.
El intento del gobierno español de recuperar la confianza con la ley de transparencia poco puede hacer ante los casos de corrupción que se van descubriendo. Cuando los partidos decidan conciliar intereses y ser conscientes de que quien gobierna no sólo debe representar a sus votantes, sino que debe dirigir para todo el país conciliando los intereses de toda la ciudadanía, ese día podremos hablar de democracia. Supongo que para hacer eso, deberían aprender a negociar, a escuchar, a compartir y dejar de ocultar intereses que comprometen la transparencia de la gestión política.
Quienes criticamos muchas veces no tenemos ni idea de los intereses que comprometemos cuando exigimos una acción u otra o cuando nos oponemos a una actuación u otra. Pero en lugar de continuar haciendo una lectura negativa de todos los casos de corrupción que se están destapando, creo que se nos está ofreciendo la oportunidad de hablar claro y ver las cosas de otro modo. Siempre ha habido corrupcion, pero ahora se destapa, se denuncia y se pone ante los tribunales. Siguen existiendo injusticias, pero son injusticias que en otros tiempos hubiesen quedado sepultadas bajo el miedo y el silencio. Ahora quien tiene el valor y la perseverancia de luchar por sacar a la luz las injusticias, las desigualdades y la corrupción puede conseguirlo. No quiere eso decir que sea una lucha fácil y que por el camino se queden muchas víctimas.
Pero a lo que iba, que si no me vuelvo a ir de tema, que los partidos políticos si son mínimamente inteligentes deben empezar a escucharse, dejar de acusarse y luchar por el bien común, por la representación conjunta de toda la sociedad que dirigen. Si quieren recuperar la confianza y el poder, deben aprender a negociar, que le echen un vistazo a lo que es "win-win", lo que es la "escucha activa" y el "liderazgo transformacional". Cuando aprendan a negociar, a dejar de pelearse y empiecen a dialogar de forma constructiva, ese día empezarán a recuperar a la ciudadanía y la política volverá a ocupar el papel que debe desempeñar conciliar intereses y resolver conflictos.
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