La propia palabra secreto es repugnante en una sociedad libre y abierta; y nos hemos opuesto intrínseca e históricamente a las sociedades secretas, a juramentos secretos y a procedimientos secretos.
Porque nos enfrenta en todo el mundo una conspiración monolítica y despiadada que se basa principalmente en medios encubiertos para expandir su esfera de influencia basada en infiltración en lugar de invasión, en subversión, en lugar de elecciones, en intimidación en lugar de libre elección.
Es un sistema que ha reclutado vastos recursos humanos y materiales para construir una máquina eficaz estrechamente tejida que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas.
Sus preparativos son ocultos, no se publican.
Sus errores son enterrados, no salen en los periódicos.
Sus disidentes son silenciados, no elogiados. No se cuestionan los gastos, no se publican los rumores, no se revelan los secretos. Es por eso que el legislador ateniense Solón decretó como delito que los ciudadanos se aparten de las controversias.
Pido su ayuda en la tremenda tarea de informar y alertar a la población norteamericana, confiando que con su ayuda los hombres serán como han nacido, libres e independientes.
Kennedy, Zeitgeist
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