Del libro de José Ingenieros "El hombre mediocre"
(...) Si un(a) filósofx estudia la verdad,
tiene que luchar contra lxs dogmatistas momificadxs;
si un(a) santx persigue la virtud
se astilla contra los prejuicios morales de la persona acomodaticia;
si un(a) artista sueña nuevas formas, ritmos o armonías,
le cierran el paso las reglamentaciones oficiales de la belleza;
si un(a) enamoradx quiere amar escuchando su corazón,
se estrella contra las hipocresías del convencionalismo;
si un(a) juvenil impulso de energía lleva a inventar, a crear, a regenerar,
la vejez conservadora atájale el paso;
si alguien, con gesto decisivo, enseña la dignidad,
la turba de lxs serviles le ladra;
a quien toma el camino de las cumbres,
lxs envidiosxs le carcomen la reputación con saña malévola;
si el destino llama a un(a) genix, a un(a) santx o a un(a) héroe o heroína para reconstituir una raza o un pueblo,
las mediocracias tácitamente regimentadas le resisten para encumbrar sus propios arquetipos.
Todo idealismo encuentra en esos climas su Tribunal del Santo Oficio.
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