Pasear por la calle es una constante fuente de interrogantes que me cuesta sintetizar y escribir sin perderme ninguna interesante.
Ayer, por ejemplo, vi a una señora o chica, no sé qué palabra debo utilizar. Iba con zapatos de aguja infinitos; pantalones ajustadísimos; chaqueta americana y pelo peinadísimo y lisísimo con un flequillo de muñeca.
Ayer, por ejemplo, vi a una señora o chica, no sé qué palabra debo utilizar. Iba con zapatos de aguja infinitos; pantalones ajustadísimos; chaqueta americana y pelo peinadísimo y lisísimo con un flequillo de muñeca.
Ella estaba esperando y como estaba en el campo de visión de mi destino, pude observarla detenidamente. Mi primera reflexión fue acerca de lo incomodísimos que eran esos zapatos, pero, claro, como estilizan tanto y te hacen ganar tantos centímetros, pues qué se le va a hacer... Lo siguiente fueron sus mechas californianas, esas que imitan las puntas requemadas de estar horas y horas en la playas y pensé en que las modas eran muy curiosas, ahora se imitaba el pelo requemado con un proceso químico que maltrata el pelo para requemarlo y luego darle alguna especie de barniz para que parezca estupendísimo.