De vez en cuando surgen por algunos de los rincones de España maniobras para imponer silencio a la disidencia. Vivimos en una sociedad en la que la libertad está protegida por las leyes, pero hay quien desearía poder tapar la boca a quienes emiten criterios que consideran inoportunos y a quienes opinan fuera del cauce de lo establecido por una supuesta corriente mayoritaria (eso que se llama lo políticamente correcto y que tantas veces es en realidad lo ideológicamente impuesto). Y hay quien incluso expulsaría de España a quienes discrepan. George Orwell acuñó una de las más brillantes definiciones de la libertad política de expresión: “es el derecho a decirles a las otras personas lo que no quieren oír”. Esxs inspectorxs del pensamiento que se levantan indignadxs contra lxs que disienten prohibirían hoy a Orwell entrar en esta España.
(...) No hay que estar de acuerdo con lo que dicen para defender su derecho a decirlo (nadie coincide al cien por cien con las opiniones de otra persona), simplemente hay que respetar la libertad de expresión y usar los cauces de la ley si se presume una ilegalidad en lo que dicen.
(...) Pero hay quien no soporta escuchar lo que desentona con su opinión o su ideología o su comportamiento.
(...) La intolerancia de lxs inspectorxs del pensamiento es un atentado latente a la libertad personal y revela en algunos una instintiva propensión a la censura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario