jueves, noviembre 15, 2012

Prioridades para una transformación ecológica, social, democrática y ética de la sociedad

Para la transformación ecológica, social, democrática y ética de la sociedad; Florent Marcellesi propone diez prioridades. He añadido algún apunte personal a alguna y he acortado otras. Las originales las encontráis en "Bases en red": 
  1. Establecer los límites y fijar umbrales de recursos y emisiones per capita, así como objetivos de reducción del consumo diferenciando entre países del Norte (contracción, es decir decrecimiento radical de la huella ecológica dentro de los límites ecológicos del Planeta) y del Sur (convergencia, es decir evolución socioecológica hacia un alto bienestar y una baja huella ecológica sin pasar por la casilla del maldesarrollo de los países occidentales). 

  2. Construir una macroeconomía ecológica que integre las variables ecológicas donde la estabilidad no dependa del crecimiento, donde la productividad del trabajo no sea el factor determinante.

  3. Continúa

  4. Relocalizar la economía en torno a actividades poco intensivas en energía pero sí en mano de obra y que creen utilidad socioecológica. Es necesario privilegiar las actividades sociales y económicas de circuitos cortos como puede ser las cooperativas y grupos de consumo, que generan actividad a nivel local, sin intermediarios, con huella ecológica baja y con alta capacidad de resiliencia. Al mismo tiempo, la relocalización necesita una coordinación supralocal y europea para garantizar solidaridad interterritorial y políticas eficientes contra problemas transfronterizos y globales.

  5. Invertir masivamente en puestos de trabajo que garanticen una conversión ecológica de la economía en sectores sostenibles como las energías renovables, agricultura ecológica, rehabilitación de edificios, gestión forestal sostenible, economía de cuidados, artesanía, economía social y solidaria, cooperativas de viviendas, etc. Sin duda, vivir bien en un mundo eco-solidario implicará una contracción para los sectores intensivos en energía fósil y/o especulación financiera y/o perjudiciales para un mundo pacífico (industria manufacturera, sector automovilístico, pesca industrial, bancos y seguros, industria armamentística, etc.), lo cual supone desarrollar una reconversión planificada y participada de las personas trabajadoras hacia los sectores antes mencionados. 

  6. Hacer un uso masivo de la reducción de la jornada laboral y del reparto del trabajo, incluyendo el de los cuidados. En este sentido, la propuesta de las 21 horas permite vincular reivindicaciones históricas del movimiento obrero y sindical con las del movimiento ecologista al afirmar que una semana laboral más corta puede ayudarnos al mismo tiempo a proteger el planeta, aumentar la justicia social y el bienestar de la sociedad, y construir una economía próspera sin crecimiento.

  7. Redistribuir la riqueza a través de una renta máxima, una renta básica de ciudadanía.

  8. Transformar la banca en cajas locales con sus objetivos originarios al servicio de la comunidad, en lugar de a la acumulación centralizada en pocxs individuos. Además, las monedas locales, complementarias al euro, son una pieza fundamental para reforzar el tejido económico local y aumentar el poder de control ciudadano sobre la economía.

  9. Desmantelar la lógica social del consumismo educando para “vivir mejor con menos” regulando la publicidad comercial (reducción de su presencia en los espacios y medios públicos y creación de un órgano de control independiente). La educación en valores y llamada verde es fundamental para cambiar nuestras mentalidades y revertir la crisis ética hacia otra relación respetuosa con nuestro entorno y el resto de seres vivos.

  10. Reestructurar nuestras ciudades y territorios hacia la autosuficiencia energética y la soberanía alimentaria. Supone construir “ciudades en transición” que piensan a escala humana y local, con huertos urbanos y donde el transporte no motorizado (andando, bici, trineo, etc.) es el centro de la movilidad sostenible, y por otro lado, un campo donde la agricultura convencional vuelva a ser la agricultura ecológica, capaz de producir localmente en cantidad suficiente productos de temporada y sanos para consumo local.

  11. Poner en marcha una democracia participativa como instrumento vertebrador de una transición social y ecológica exitosa.

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