De Gerardo Honty del Centro Latinoamericano de Ecología Social en América Latina en Movimiento (16/11/12)
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha lanzando un desafío impactante y dos advertencias angustiosas: dos tercios de las reservas de combustibles fósiles deben mantenerse bajo tierra si se quiere evitar el cambio climático, el sector energético duplicará su consumo de agua dulce en los próximos 20 años y los pobres seguirán sin energía.
Estos dichos aparecen en el reporte Prospectiva Mundial de Energía que acaba de lanzar la AIE. No sólo sus contenidos son impactantes por dejar al desnudo la gravedad de los problemas actuales, sino que tampoco debe olvidarse que esa agencia depende de los gobiernos de la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). O sea, depende los países industrializados, y en sus informes nunca se caracterizó por sus preocupaciones ambientales. Más bien siempre se la asoció con las industrias energéticas y su prédica históricamente ha sido ostensiblemente promotora del desarrollo de la oferta de energía.
Sin embargo en los últimos años algo ha ido cambiando en los enfoques de la Agencia. Reconoció que el mundo ha alcanzado el pico del petróleo en el año 2006 (World Energy Outlook 2010) y formuló escenarios energéticos para detener la amenaza del cambio climático (World Energy Outlook 2009). El reporte de este año mantiene estas últimas tendencias, agregando a las preocupaciones anteriores, la advertencia acerca del aumento del consumo de agua en el sector energético y que el mundo sigue una ruta insostenible.
Los contenidos del reporte no ameritan comentarios. Considerando que provienen de un organismo que nadie puede calificar de “fundamentalismo” ambientalista, son elocuentes por sí solos.
La demanda mundial de energía se incrementará en más de un tercio desde ahora hasta el 2035. Según la agencia, para abastecer esta demanda se requiere de una inversión acumulada de 37 millones de millones de dólares, entre 2012 y 2035, equivalente al 1,5% del PIB mundial durante ese período. Las emisiones energéticas de CO2 crecerán desde un estimado de 31,2 Gt en 2011 a 37,0 Gt en 2035, lo que estaría provocando un aumento de la temperatura media del planeta de 3,6°C. Si el mundo pretende cumplir el objetivo de limitación del aumento de la temperatura mundial a 2 ºC, hasta 2050 no se podrá consumir más de un tercio de las reservas
probadas de combustibles fósiles. Dicho de otro modo: la propia AIE señala la necesidad de transiciones post-petroleras.
Los combustibles fósiles seguirán siendo la principal fuente de energía al final del período de análisis. La demanda de petróleo, gas y carbón crece en términos absolutos hasta el año 2035, pero su participación en el mix energético mundial cae del 81% al 75% durante ese lapso. El consumo de petróleo alcanza los 99,7 millones de barriles diarios (mb/d) frente a los 87,4 mb/d consumidos en 2011. China por sí sola representa el 50% del aumento global de la demanda de crudo. Todo el incremento neto del abastecimiento de petróleo mundial está basado en la producción de petróleo no convencional, un recurso de altos impactos ambientales locales y mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
El gas natural tendrá un aumento importante (de 3,4 a 5 billones de metros cúbicos) alcanzando al carbón en suministro de energía primaria en 2035. La mayor parte de este aumento también está impulsado por China, aunque se observa asimismo un crecimiento en los países de la OECD. La mitad del aumento de la producción mundial de gas natural proviene de explotaciones “no convencionales” una tecnología que ha sido prohibida en varios países debido a sus riesgos ambientales.
Entretanto, los subsidios a los combustibles fósiles siguen distorsionando los mercados energéticos y alcanzaron la cifra de USD 523 mil millones en 2011, casi un 30% más que en 2010. El apoyo financiero a las fuentes renovables de energía, en cambio, ascendió a $ 88 mil millones en 2011.
El reporte de la Agencia incorpora un nuevo escenario: el “Escenario Eficiente Mundial”. Aquí se propone una inversión adicional de $ 11.8 millones de millones de dólares en tecnologías de uso final que es más que compensado por USD 17,5 millones de millones de reducción en las facturas de combustible y una reducción de USD 5,9 millones de millones en inversiones para el aumento de la oferta energética.
En este escenario el crecimiento de la demanda mundial de energía primaria se reduce a la mitad, las emisiones de CO2 energéticas alcanzan su pico antes de 2020 y llegan a 30,5 Gt en 2035, lo cual apunta a un aumento de la temperatura media a largo plazo de 3°C. Además de eficiencia, dice la AIE, hace falta inversiones en tecnologías de bajo carbono si se quiere mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2°C como se ha acordado en la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas.
La producción de energía está requiriendo cada vez mayor uso de agua, dice el informe. El consumo de agua dulce para la producción de energía en 2010 ascendió a 583 mil millones de metros cúbicos, un 15% del uso mundial de agua total. De esa cantidad, 66 millones de metros cúbicos no regresaron a su fuente, es decir fue consumida en la producción.
El uso del agua aumentará en un 20% durante 2010-2035, pero el consumo aumentará en 85% (más del doble de la tasa de crecimiento de la demanda de energía). Estas tendencias son impulsadas por la transición hacia nuevas usinas (superiores en eficiencia pero con mayor consumo de agua) y la expansión de la producción de biocombustibles.
El uso del agua, advierte el informe, podría convertirse en un obstáculo para el desarrollo de gas y petróleo no convencional, la generación de electricidad y el mantenimiento de la presión de los yacimientos para la producción de petróleo.
En la actualidad, casi 1,3 mil millones de personas siguen sin tener acceso a la electricidad y 2,6 mil millones no cuentan con tecnologías limpias para cocinar. En ausencia de nuevas medidas, el informe proyecta que casi mil millones de personas carecerán de electricidad y 2,6 mil millones de personas aún no podrán contar con tecnología para cocción en 2030. Se estima que para lograr la universalización acceso a la energía en 2030, se necesita cerca de un millón de millones de dólares en inversión acumulada Esto es equivalente a sólo el 3% del total de la inversión en infraestructura relacionada con la energía. El acceso universal a los servicios energéticos sólo haría aumentar la demanda global de energía en un 1% en 2030 y las emisiones de CO2 en un 0,6%.
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