A pesar de la crisis financiera y de los temores de una depresión, el 29 de septiembre los votantes alemanes eligieron a un gobierno todavía más a la derecha del que ya tenían.
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Algunos analistas consideran que estos paradójicos resultados son la prueba de que los votantes adoran al capitalismo tanto como sus valedores. ¿"Está muerto el socialismo?"
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En las últimas dos décadas, (...) la socialdemocracia, ha sido sacrificada al "mercado", entendido como el conjunto de dictados de los mercados financieros.
(...) Es lo que en Europa se conoce como "liberalismo" o "neoliberalismo". Su principio rector es inequívoco: la tarea del gobierno consiste en halagar y persuadir al capital para que invierta en la economía nacional. Esto no sólo supone poner en marcha "reformas" dirigidas a aumentar los beneficios en detrimento del trabajo y de los gastos sociales. También comporta privatizar los servicios públicos que funcionen bien para ceder a los inversores ganancias que de otro modo hubieran beneficiado a los trabajadores y al público en general. Da igual si se trata de Alemania, de Francia, o de cualquier otro sitio: vote lo que vote la gente, esto es lo que consigue. La pregunta pertinente, por tanto, sería más bien "¿está muerta la democracia?
(...) En mayo de 2005, un 55 por ciento de los votantes franceses rechazó el proyecto de Constitución europea en un referéndum popular. Unos días después, los votantes holandeses hicieron otro tanto por un margen todavía mayor (un 62 por ciento). Legalmente, este resultado entrañaba la muerte del tratado. Los socialistas franceses se sumaron a otros líderes europeos y cambiaron su envoltura por la del "Tratado de Lisboa". Esta vez, se evitó que los ciudadanos pudieran estropear las cosas en un referéndum. El Tratado de Lisboa fue ratificado por parlamentos totalmente complacientes. Sólo Irlanda, por mandato constitucional, prosiguió con las consultas, y el 12 de junio de 2008 rechazó el "Tratado de Lisboa" por un 53 por ciento de los votos. Esta semana, los votantes irlandeses volverán a concurrir a las urnas para corregir su "error" del año pasado. Lo más probable es que los obliguen a votar hasta que den con el resultado correcto.
Bernard-Henri Lévy(...) lleva treinta años en la primera línea de una ofensiva ideológica en toda regla destinada a acabar con el socialismo. Para ello, ha propuesto redefinir a la izquierda como un ideal interesado exclusivamente en los "derechos humanos", pero alejado de la política económica. La política económica debe dejarse en manos de "los mercados".
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Bien visto, el resultado de las elecciones alemanas no significa en modo alguno que la sociedad alemana esté enamorada sin más del capitalismo. Antes bien, es un síntoma de la polarización que suele tener lugar en los momentos difíciles. Mientras los que están en mayor situación de vulnerabilidad social buscan protección, los más aventajados buscan líderes que preserven sus privilegios. (...) La campaña del Partido Liberal a favor de una reforma fiscal fue una clara señal dirigida a los ricos para dejarles claro que el desempleo y la pobreza no serán financiados con sus impuestos.
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"El socialismo es una idea fundamentalmente buena aunque mal aplicada". (...) La verdadera cuestión, por tanto es: ¿cómo conseguir que esta buena idea sea correctamente aplicada? Oskar Lafontaine ha dicho que habría que comenzar por el "control social local" de la energía y de otras industrias similares. Esto puede encajar mejor con el federalismo alemán que la nacionalización, más arraigada en una tradición francesa caracterizada por la existencia de un estado central fuerte. Sea como fuere, lo cierto es que el futuro de la democracia en Europa depende cada vez más de que la idea popular de socialismo se convierta en realidad política.
Diana Johnstone, "¿De verdad ha muerto el socialismo en Europa? A propósito de las elecciones alemanas" sinpermiso.org
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