Una de las peores trampas que acompañaron el establecimiento del Protocolo de Kyoto (parte de la Convención de Cambio Climático), es que los gobiernos aceptaron que en lugar de reducir efectivamente las emisiones de gases de efecto invernadero en fuente, los países del norte y empresas que más los producen pueden pagar a otros (que tengan menos emisiones) para seguir contaminando, sea a través de fondos manejados por gobiernos, o a través de mercados privados de carbono. Esto no mejora el cambio climático, pero ha dado lugar a nuevas fuentes de negocios y especulación financiera con mercados primarios y secundarios de bonos de carbono. Peor aún, los llamados sumideros de carbono, con los que las empresas compran su derecho a contaminar, son pingües negocios para las mismas u otras grandes trasnacionales, como es el caso de las extensas plantaciones de monocultivos de árboles, con enormes impactos ambientales y sociales.
Una forma de este perverso mercado es el llamado Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), que existe dentro de la Convención de Cambio Climático.
(...) El proyecto MDL de Granjas Carroll es un emprendimiento (...) cuya actividad es la recuperación de metano (un importante gas de efecto invernadero), alegando que se producirá biogás para generar electricidad, con parte del metano que se emite en las inmensas y contaminantes lagunas de excrementos de cerdos. El proyecto es mínimo en relación con las emisiones y múltiples otros impactos de Granjas Carroll, y justifica la producción industrial, ya que para captar la cantidad de gas alegada, los animales deben estar concentrados, y el excremento líquido. Los gases emitidos por el excremento de ganado, si no estuvieran confinados y en enormes cantidades, serían muchísimo menores o neutrales, porque la materia fecal de animales en campo abierto, se seca y es absorbida en forma natural en el suelo, sirviendo además como fertilizante que favorece el crecimiento de pastura que absorbe y retiene carbono.
Por el contrario, la lógica de Granjas Carroll y los otras empresas de cría industrial de animales es que se les debe pagar por manejar el problema que ellos mismos causan.
Silvia Ribeiro "Cerdos climáticos" La Jornada (10/10/09)
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