lunes, febrero 09, 2015

Desplazamiento sostenible

Ayer cuando escribía sobre ejemplos de medidas de mitigación del cambio climático, se me ocurría que podría hacer una pirámide de cómo se puede minimizar la emisión de CO2 con nuestros desplazamientos. Así que me puse a intentar diseñar una infografía, pero se me ocurrió que quizás alguien ya había tenido la idea.

He encontrado algunas pirámides de desplazamientos con mensajes parecidos, pero voy a utilizar esta de Ciudad de México para explicar lo que me gustaría transmitir sobre nuestros desplazamientos. Supongo que queda claro que si vamos caminando o en bicicleta no emitimos CO2; pero es diferente el gasto energético que se utiliza para producir una bicicleta, unos monopatines, etc. que unos zapatos. El uso directo o indirecto de materiales es importante y no penséis que un coche eléctrico no emite CO2 por que la energía eléctrica está muy lejos de ser una energía limpia por más que se empeñen de convencernos que los parques eólicos u otras renovables producen una energía limpia.

La pirámide muestra la jerarquía en la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de nuestros desplazamientos. Pero los desplazamientos no se pueden aislar así, sin más, y menos cuando hablamos de sostenibilidad. Ya hemos visto que tenemos que pensar en las materias que se han utilizado para producir zapatos o bicicletas, pero también tenemos que pensar el uso. No es lo mismo ir en un coche privado solx que compartir el coche privado para ahorrar y también para repartir la generación de GEI entre lxs pasajerxs.

Continúa

Pero además, quienes pensamos en la sostenibilidad, no en una sostenibilidad en boca de quien habla de viabilidad o vete tú a saber de qué habla, también pensamos en el tipo de organización social, económica, política, urbana, de gestión de residuos, etc. que las diferentes opciones necesitan.

No es lo mismo gestionar el residuo de un zapato que el de un coche, por ejemplo. 

En una ciudad peatonal, se habla de ciudades saludables. Quienes caminan tienen preferencia, nos ahorramos humos, nos ahorramos contaminación acústica y perdemos comodidad y tiempo para llegar a la puerta de casa sentadxs. Tenemos que valorar si queremos una ciudad donde podamos dejar jugar en las calles a lxs niñxs; donde invidentes y personas con problemas de audición puedan pasear tranquilamente; donde podamos tener mascotas; donde las personas mayores dispongan de espacios donde charlar, tomar el sol, etc.; donde se pueda salir a practicar deporte en espacios libres de humo y todo eso no es posible con los coches. 

Los coches ocupan muchísimo espacio en las ciudades, no sólo en las vías de desplazamiento, si no también en los márgenes y zonas de estacionamiento. No en vano, existe la iniciativa "supermanzana". En algunos distritos de la ciudad de Barcelona, han dividido zonas de 400x400 metros donde el límite de velocidad en su interior es de 10km/hora y el estacionamiento está muy restringido.

A 10km por hora es posible que una persona que conduzca pueda frenar cuando una criatura se escape corriendo detrás de una pelota. Una zona sin coches también es apta para que se pueda jugar con la pelota sin romper ningún retrovisor.

A parte de las mejoras citadas, una ciudad donde se priorice las zonas peatonales mejoran su tejido comercial. Desplazarse hasta un polígono comercial, ya no es necesario para disfrutar de un espacio abierto y "libre" de peligros. Además da pereza coger el coche y es más práctico comprar en las tiendas cercanas a casa con la gente entrañable de toda la vida.

Hay que introducir innovación para no encarcararse en lo antiguo. Pero la innovación debe ser el segundo paso a dinamizar, cuando todos estos cambios hacia la sostenibilidad existan.

Todo esto sigue siendo una opción. Pues es la ciudadanía quien debe elegir qué quiere, pero es la ciudadanía y no las empresas con su publicidad que nos convence de necesitar aquello que no necesitamos quienes debemos decidir y tener tiempo para hacerlo sin vivir presionadxs por las normas impuestas por las corporaciones y sus lacayxs.

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