Según el libro la Ciudad de las Bestias, las tribus amazónicas tienen una forma especial de dar y recibir regalos. Cuando reciben un regalo, por cortesía, deben corresponder a la persona "dadora" con otro regalo. Igualmente, la persona que recibe uno debe corresponder y ofrecer otro obsequio.
En este libro de la escritora, Isabel Allende, este ejercicio de dar y recibir se le llama principio de reciprocidad y se basa en el equilibrio de dar aquello que se recoge y se puede reponer.
Estas gentes toman de la naturaleza aquello que necesitan, ni más ni menos. No entienden que se pueda coger más de lo necesario, ya que se consideran parte de la naturaleza y despojarla de su orden natural es incomprensible para ellos. Toman de la naturaleza alimento y agradecen a los animales y plantas de los que se alimentan su sacrificio interprentando que cuando mueran, sus cuerpos servirán a su vez para alimentar a la naturaleza y reponer lo que han consumido.
Esta "ética de reciprocidad" se encuentra también en otras culturas o religiones. Por ejemplo, el cristianismo "todas las cosas que queráis que las gentes hagan con vuestra persona, así haced también con ellas" (Mt. 7, 12) El judaismo: "lo que es odioso para ti, no se lo hagas al prójimo".
Religiones y culturas tan distanciadas se basan en un mismo principio y lo que difiere es la interpretación que se hace del mismo según el tiempo y la conveniencia. En nuestros inicios, el respeto por la naturaleza, unía el planeta en un equilibrio sostenible que permitía un cierto desarrollo.
En la actualidad, son muchos los territorios deteriorados y explotados en los que la naturaleza apenas tiene cabida. Pero también es cierto que los bosques cada vez están más abandonados y necesitan de la mano humana para su desarrollo en equilibrio.
¿Cómo encontrar ese equilibrio? ¿Quién dicta las normas? ¿Dónde están los límites?
Una vez más, ética se confunde con naturaleza con sociedad y economía. Si todo permaneciera intacto, seguiríamos en la edad de piedra o peor todavía, existirían unas diferencias cada vez mayores entre la vieja Europa y el resto del mundo que nos permitirían seguir esclavizando y colonizando civilizaciones.
¿Algunas cosas negativas? La pérdida de identidad, la estandarización de costumbres, etc. Pero, ¿no somos las personas iguales? Pensemos en el principio de reciprocidad y en su coincidencia en varias culturas. Existen principios que son para todas las personas iguales.
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