Para muchos nos es difícil asumir compromisos. Probablemente porque pensamos que "salvar el mundo" es una tarea infinita y al ver al futuro como algo fantasmal preferimos detenernos.
En los países en vías de desarrollo, según cifras del 2002, de todos los jóvenes con DNI, sólo el 0.4% puede acceder a una educación superior, frente al 50% que se daría en países desarrollados. Por tanto, el recibir una formación universitaria, realmente, es un privilegio. Yo al estar en este espacio de formación lo siento así.
En el mundo se dan innumerables reuniones, foros, congresos, másters…en fin, diversos momentos en el que se analizan "la problemática, retos y perspectivas" de algo y la conclusión casi general es que "los países desarrollados", "los ricos", "los otros" son los que tienen que hacer algo. Recuerdo que cuando debatíamos un tema X en un grupo eclesial, se mencionó que algunos empresarios cuentan con más dinero que varios países pobres, ante lo cual uno de los líderes dijo "¿amigos, acaso ven a Bill Gates en esta sala?, si él estuviera, probablemente le daríamos a conocer nuestras ideas, pero aquí y ahora estamos nosotros, así que hablemos de nosotros, asumamos un compromiso realista y hagámoslo…". En verdad, ¿cómo nos situamos nosotros en esta realidad concreta? ¿No somos los que estamos discutiendo el tema y debemos también buscar una salida? A veces creemos que estamos por encima del mundo, decimos y hacemos cosas como si no fuéramos parte de él.
Cuando me referí a que nosotros somos la esperanza, es porque detrás de cada uno de nosotros, aparte la larga fila que no pudo ingresar, existe mucha gente que espera resultados de nosotros: nuestra familia, nuestros amigos, la sociedad. Tuve la oportunidad de presenciar algunas audiencias de la CVR (http://www.cverdad.org.pe) en el 2002, en los que madres campesinas quechua hablantes relataban el dolor de habérseles arrebatado a hijos y esposos. Para estas personas, así hayan pasado 20 años, su dolor es un presente permanente. Lo que me impactó fue cómo ponían "sus esperanzas" en nosotros, dirigían su mirada y nos decían "ustedes son nuestra esperanza para que nunca más ocurra violencia, hambre o sufrimiento...", "jóvenes, nosotros confiamos en ustedes, ustedes están para cambiar nuestro país, no se vayan, y si se van, regresen…"
Cris, tú dices bien al mencionar la naturaleza de la telaraña del capitalismo, pero es que no solo es difícil salir de allí, creo que en el fondo no queremos. Nos falta comprender nuestra propia identidad como un proceso relacional evolutivo, crecemos en relación con…, al no re-conocernos ocasionamos una ruptura. Por otro lado, es necesario comprender que hay etapas y procesos que nunca terminamos de construir. Y como todo equilibrio difícil e establecerse, a veces creemos haber logrado algo y nos estancamos. Creo que el ser esperanza también pasa por saber cómo somos y aceptarnos con un signo positivo, en el sentido que valemos. Así, dejaremos los diferentes escudos que empleamos para excusarnos de cuando en cuando.
Finalmente, voy a tomar frases de algunos de nuestros profesores:
- ¿Somos o no somos agentes de cambio? (¿somos o no agentes de esperanza?) (F. Magrinya)
- ¿Se puede generar cambio sin pasar por la emoción? (A. Stahel)
- En la sostenibilidad todo suma (J. Cendra)
Autor: Guido Vega
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