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LA ENORMEMENTE LIMITADA DEMOCRACIA CATALANA (Y ESPAÑOLA)
¿Qué es lo que la población puede hacer frente a un gobierno que hace lo opuesto a lo que se prometió, y a una mayoría parlamentaria que en nombre de la soberanía popular apoyaba políticas que son profundamente impopulares y que no tienen apoyo entre la mayoría de la población (y ello a pesar del mensaje promovido por los mayores medios de que no hay alternativa posible)? La respuesta deseada por el establishment es nada. Esperar hasta dentro de cuatro años y entonces votar por otros partidos. Esto es lo que se entiende por democracia y por soberanía popular. Es lógico, comprensible y sano para una democracia, que la población no lo acepte. Y de ahí las movilizaciones de los indignados del movimiento 15-M.
EL SALUDABLE EFECTO DEL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS
La propuesta de tal movimiento era rodear el Parlamento para protestar por lo que iba a ocurrir en aquella cámara. Un partido al cual apoyaba sólo el 15% del electorado iba a aprobar unas medidas que no estaban en su programa y con las que la mayoría de la población estaba en contra. Parte de la propuesta era dificultar (sin violencia y provisionalmente) la entrada de los parlamentarios. El gobierno y la Presidencia del Parlamento no intentaron negociar con los indignados tal movilización. Y el resultado se salió del plan aprobado por el movimiento 15-M, radicalizándolo. En lugar de provisional, se adoptó por la Asamblea que los parlamentarios no podrían entrar durante todo el día, con lo cual se dio paso a intervención policial. Es más, algunos elementos violentos y no representativos de los manifestantes, agredieron físicamente a parlamentarios, dando pie a una esperada y justa protesta que, sin embargo, se agrandó y amplificó por los medios de mayor difusión para desacreditarlos. En tales medios no se informó de que en realidad, en muchos casos, los indignados protegieron a los parlamentarios de los violentos.
Els matins de TV3, conducido por Josep Cuní , el programa de mayor difusión en Catalunya por las mañanas, mostraba el grado de apoyo popular a los indignados en la mañana de los hechos. La gran mayoría los apoyaba en su protesta. En la medida que los tertulianos y comentaristas iban deliberando y, erróneamente, presentando a los indignados como los violentos, el apoyo desapareció. El programa había conseguido lo que quería. Este programa, que nunca ha definido como antidemocrático el comportamiento del gobierno Mas, ahora definía como antidemocrático el movimiento 15-M, utilizando el término indignados para referirse a los violentos. Y así la mayoría de los medios, ignorando y ocultado que el gobierno y el Parlament habían negado el derecho de reunión en el propio lugar, frente al Parlamento, tal como tenían derecho democrático.
Pero hay otro detalle que no se cita ni se reconoce y que debiera alarmar a todos los partidos con representación democrática en el Parlament de Catalunya y muy en especial a los partidos de izquierda. Gran número de los indignados no se sienten representados por los partidos actuales y, por lo tanto, no tienen la identificación con el Parlament que su propia legitimidad requeriría. De ahí que tales hechos debieran forzar un cambio muy sustancial para recoger las propuestas de regeneración democrática que tal movimiento está proponiendo. Ignorarlas significaría un enorme coste a la democracia, ya tan limitada, existente en Catalunya y en España. Lo que nuestro país requiere es una segunda transición de una democracia incompleta a una democracia real. La primera transición inmodélica se realizó en términos excesivamente favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban los aparatos del estado, tanto en España como en Catalunya. Esta democracia incompleta está, de una manera creciente, mostrando sus enormes limitaciones. De ahí que una juventud más crítica y exigente, con el apoyo de todos los grupos etarios y sociales de las clases populares, esté protestando, y con toda la razón.
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra
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